
La vida de la humanidad es
regida por dos grandes misterios, el misterio de las dos madres. No nacimos de
una madre, sino de dos madres, de la madre biológica y de la madre Tierra.
Alguna vez, esta gran humanidad se habrá preguntado con seriedad ¿De dónde venimos?.
¿Cómo obtuvimos el don de la vida? ¿Nuestra existencia quien la ha hecho
posible?. Todo, por la gracia de estos dos grandes misterios. Hemos nacido del
útero de una mujer, quien es nuestra madre biológica y salimos de la piel de la
madre tierra.


Con que facilidad perdemos
la frontera del amor y del respeto, en la diaria relación con nuestras madres.
Nuestra madre biológica, es alguien tan cercana, que a veces nos pareciera, que
es una hermana, o una amiga, una tía. O simplemente asumimos que es alguien
incondicional y que está ahí, para ayudarnos y punto. Nos hemos dado el lujo,
en muchos momentos, de confrontarla, irrespetarla o atropellarla.
Incomprensiones y maltratos, es lo que ha recibido de nosotros el cuerpo que
nos dio la vida. Ella, quien es el origen de todo y sin su existencia, nada
hubiese ocurrido.

En la medida que nos
hicimos independiente, progresivamente la vamos sacando de nuestras vidas. La
sentenciamos con nuestra indiferencia. Porque ahora tenemos "nuevas
responsabilidades" o tenemos que vivir "nuestras vidas". Con que
facilidad olvidamos esa parte de nosotros que dependió por mucho tiempo de su
protección. ¿Esa es la ley de la vida?, y si es así, ¿Quién escribió esa ley?
Igual ocurre, con la madre
Tierra. La madre de nuestras madres. Es el cuerpo donde aparece y se desarrolla
nuestra existencia. Es el todo de principio a fin. Ahí nacimos y ahí volvemos
al cierre del ciclo. Nunca nos desprendemos de ella, así la obviemos, la
agredamos, la contaminemos.
En qué momento paso, no lo
sabemos, pero la gran masa de esta humanidad indiferente desconoce su
existencia. Hablar de la Tierra, es un simple tema escolar. ¿Quién le reza a la
madre Tierra?, ¿Quién le rinde tributos? ¿Tendrán las madres algún minuto
diario en nuestros pensamientos?
Pensar sobre estos dos
misterios, es un punto de partida, para dejar de ser esa humanidad banal,
egoísta e ingrata, en que nos hemos transformado y retomar o descubrir (para
muchos), el real significado de poder amar y venerar a nuestras madres. Es
encontrarnos con el más puro sentimiento, capaz de darnos la sabiduría para
amar al resto de la humanidad y a todas las especies hermanas que tienen los
mismos derechos por haber nacido de la misma madre Tierra.

Fuente: Lenin Cardozo
http://lenincardozo.blogspot.com/2011/08/el-misterio-de-las-dos-madres.html
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